Cuenta la historia que había una vez un niño que un día fue al circo, quedándose maravillado con el espectáculo de la inteligencia, fuerza y grandeza de un enorme elefante. Al terminar fue a verlo, y se lo encontró comiendo atado por una cadena cogida simplemente a una pequeña estaca clavada en el suelo. El niño lo observó y no entendía como aquel gran elefante, con todo su peso, inteligencia y fuerza, no arrancaba aquella pequeña estaca y se iba. Entonces pasó un hombre del circo, y no se pudo resistir a preguntarle aquella duda. Éste, le respondió:
– El elefante no escapa porque cuando era muy pequeño lo ataron a una estaca muy parecida.
Entonces el niño lo entendió: se imaginó el elefante de pequeño tirando y tirando de la estaca sin poderse escapar, hasta que un día se rindió, aceptó su impotencia y así creció, hasta hoy, que todo y ser grande y poderoso, no escapa, ni siquiera intenta tirar porque CREE QUE NO PUEDE, limitado por esta creencia de una situación vivida. Y lo peor es que nunca más se lo ha planteado ni intentado.
Eres un poco como ese elefante, pues vas por el mundo atado a cientos de estacas que te restan libertad. Vives pensando que no puedes hacer multitud de cosas que un día probaste y no pudiste, limitado por miedos y creencias que te paralizan, y te rindes, grabando en tu subconsciente: “NO PUEDO Y NUNCA PODRÉ“.