Cuentan que en un bosque vivían cerca un roble y un sauce.
El roble era grande y majestuoso, fuerte y alto, y cada día se jactaba de su poderío ante el sauce, el cual ante un pequeño soplo de viento se dejaba doblar.
El gran roble le decía: “Fíjate en mí, pequeño y frágil sauce, no me doblo ante nada ni nadie”.
Pero una noche hubo una gran tormenta, con fuertes vientos. El roble, fiel a sus principios, se mantuvo firme ante la tormenta y fuertes vientos, mientras que el sauce simplemente se inclinó y los dejó pasar. Aquella mañana, el roble apareció arrancado, mientras que el sauce estaba igual que antes.
Sé sauce, amigo, ante un fuerte viento y problema, simplemente déjalo pasar.